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A tiempo

La vida empezó a ponerse difícil cuando el agosto del 98 saltó por los aires reventando en pedazos el sueño de la persona más importante de mi vida. Y encima mi familia había quedado truncada para siempre. Fue ahí, desde bien pequeña, cuando el mundo me estaba tratando de explicar que no todos son quienes dicen o aparentan ser. Creo que la vida se molestó en empezar conmigo esta lección a mis tres años porque sabía que no iba a ser tarea fácil. Hoy he visto una foto en un perfil de una red social y me he preguntado por qué la gente buena es la que se queda con la peor parte. ¿Por qué el karma no es despedido por una mala práctica de su trabajo? ¿Por qué 21 años después las sombras permanecen sin apagar ni un poco la maldad del villano que arrancó de cuajo la palabra esperanza de mi diccionario? Tal vez por eso ahora, a mis 24 intensos años valoro la gente de verdad. La que acaba siendo y no dice nada para hacerlo saber. O lo comunican a su manera. Y tengo que reconocer que tam

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