Volver

Volver a un sitio siempre es volver a sus costumbres. A sus ciclos, a sus aires. Pero sobre todo es volver a su gente. A sus calles. A como caminabas entre esos callejones día sí y día también. Volver es volver. En todos sus aspectos. 
Volver siempre tiene algo de placentero. Tanto cuando tienes ganas, como cuando no. En todo dolor hayamos algo de regocijo. En toda vuelta algo de esperanza a que algo cambie. Volver es ilusión por las miradas que vuelves a encontrar y tristeza por las que ya no aparecen doblando la mítica esquina, por el famoso boulevard. O aquellas que te esperaban impacientes sentadas en la misma mesa de siempre de aquel bar.

Volver. Da miedo. A veces se huye de las vueltas. Vuelta a empezar. Vuelta a casa. Vuelta a irse. Vuelta a clase. Vuelta al trabajo. Vuelta a ti. Vuelta sobre vuelta. Marea. Y hace que tantas cosas se replanteen. Demasiadas. ¿Por qué? Si la vida muchas (la mayoría) veces nos deja claro a lo que no debemos volver. Y un remoto día nos sorprendemos echando de menos la ventana por la que solíamos mirar en casa de nuestros padres. Aquella butaca en casa de los abuelos donde nos acurrucábamos tapándonos con una manta del frío, los miedos y los problemas. Nos sorprendemos a veces incluso echando de menos las broncas por la vuelta a casa con nuestros padres. 

Somos incomprensibles. Porque volvemos a lo que no nos gusta. Es una especie de relación amor-odio. El bucle más antiguo de la historia. Y volvemos a conocer gente. Volvemos a crear despedidas que nunca se deberían haber dado. Somos, a demás de incomprensibles, absurdos.

Así que coge las maletas, vete y vuelve a empezar. Con lo que odio las mudanzas. El jaleo de llegar a otro sitio y colocar todo en su sitio. Si me cuesta tener mi habitación en orden. Como para estar amueblando otra cada caño. Como para llenar otra habitación de recuerdos. Viejos. Nuevos. Y cuando ya tengas todos tus bártulos asentados, cógelos, mételos en cajas y maletas y vuelve a empezar. Con la misma ilusión. Con el mismo hormigueo en el estómago.

Vuelve siempre. A todos tus lugares. No es un capricho, es necesidad.

La Tercera Gracia.

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