Carta de despido

Esto es una carta de despido. Te juro que no habrá ni media línea más hablando de ti. Del amor que te quise dar y no aceptaste. De la devolución que hiciste por Navidad. En esta carta de despido solo encontrarás algunas cláusulas entre lineas de las que nunca hablamos. O de las que nunca quisiste hablar. Y por eso me he cansado. Los renglones se han empezado a torcer cada vez más y por eso tengo que cambiar el contrato de vida, de alma y de corazón. Tengo que arrancar todo lo que entorpezca. Como se arrancan esas hojas secas, tercas, que no se quieren caer aunque estén muertas. Sobran. Y alguien se lo tiene que hacer saber. Igual que el amor que está muerto. Que se intenta agarrar a las líneas de las poesías que te escribía para que no le destierre por completo. Aunque sepa que su final ya está escrito. Y aquí intervengo yo. Pues la tinta se me está corriendo, cuando eso solo lo debería hacer yo. Se acabó. 
Tuve lo mejor para ti. Y me atrevería a decir que lo he seguido teniendo guardado. Por si acaso. Como esa ropa que aunque no la llevamos no la tiramos, por si un día nos vuelve a gustar. Por si acaso. Como ese jersey que te llevas en la maleta por si nieva en pleno agosto. Por si acaso, como si tuviera que volver con alguien que me tiene como recurso en vez de prioridad. No hay por si acasos que valgan. Porque si no me quieres, no vales. Fin.


La Tercera Gracia

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