La inquietud hecha hombre

Igual parece una locura, o igual ni se entiende lo que estoy a punto de explicar. Pero tengo un problema contigo. Una puta inquietud que genera que esté pensando exactamente en el por qué de tus movimientos, de la forma del humo cuando sale de tu boca. Y lo envidio. Al menos él te ha podido conocer por dentro de alguna forma. Porque este problema mío me pide a gritos saber más de ti. Y no sé por qué,  pero me intrigas, me incomodas y me atormentas. Sin conocerte, sin casi hablarte ni mirarte. Algo me chilla insistentemente que me adentre en ti, como si dentro tuvieras un tesoro que tuviera que encontrar. Como si En tus adentros estuviera la fuente de la juventud eterna. Como si tu piel tuviera una gracia especial y espacial. Como si supiera que contigo no iba a morir nunca, o por lo menos me aseguraría de hacerlo habiendo hecho todo lo que quería. 
La verdad, no sé lo que puede haber dentro de ti, e igual puede ser tan fascinante como aterrador. Y sin embargo estaría dispuesta a conocer cada lúgubre rincón de tu ser, para comprender por qué quiero adentrarme en el negro de tus ojos.

La Tercera Gracia

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