Amó mucho, quizás demasiado

Quiso retroceder en el tiempo. Llegar a ese momento de su vida donde todo eran desencuentros amorosos. Volver a sentir el rechazo, la impotencia y la rabia de que otro más se fuera, hasta llegar a ese día, a ese momento en el que el destino decidió que sus vidas tenían que cruzarse sí o sí.
 Volver a experimentar cada caricia, cada vez que se le erizaba la piel y la cosa se liaba entre sábanas y rugidos. Volver a sentir que el mundo se acababa sin sus besos. O volver a oler esa colonia en su ropa cuando le dejaba en casa a media noche. Quiso sentir tanto, quiso amar tanto, que al final su corazón se desbordó y ante tal caos se fue de vacaciones para no sentir más. Para no ocuparse del desastre que había causado dentro de aquél cuerpo. Era mejor dejarlo todo en manos del  destino, en manos de la vida y sentarse a esperar hasta que llegara el juicio final, cuando se dictaría su sentencia final, que fuera cual fuera, acabaría en muerte: hasta que la muerte nos separe, o me muero si me dejas.

La Tercera Gracia

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